El cómico Bill Cosby, que llegó a ser un icono de la cultura popular de EE.UU. gracias a su exitosa carrera como humorista y actor, será recordado a partir de ahora por haber drogado y violado a una mujer en su mansión de Cheltenham (Pensilvania) aprovechando su condición de celebridad.
Las carcajadas y sonrisas que Cosby era capaz de arrancar en sus espectáculos desde la década de los 70 hasta hace unos años se han convertido en miradas de repudio tras conocerse que el actor explotó su fama para supuestamente agredir sexualmente a decenas de mujeres.
De hecho, más de 60 mujeres han acusado a Cosby, de 81 años, de abusar sexualmente de ellas entre 1960 y 2000, aunque esos casos no prosperaron por haber prescrito y solo se ha llevado a juicio el que fue determinado en abril por las acusaciones de la canadiense Andrea Constand.
Esta mujer aseguró que una noche a principios de 2004 Cosby la invitó a su mansión de Cheltenham y le dio unas pastillas que le marearon y permitieron al artista abusar de ella.
El desagradable episodio fue llevado a la corte y se tradujo en tres cargos de agresión sexual, incluyendo penetración sin consentimiento, penetración mientras se está inconsciente y penetración tras el suministro de un estupefaciente; unos delitos por los que ha sido condenado hoy a entre tres y diez años de prisión.
Desde la declaración de culpabilidad en abril, numerosas instituciones ilustres, como la Academia de Hollywood y las universidades de Yale y Nueva York, han decidido expulsar a Cosby o retirarle los títulos honoríficos que le habían concedido.
El Centro Kennedy de Washington optó también por retirar los premios Kennedy y Mark Twain, dos de los más prestigiosos en el sector cultural estadounidense, que habían sido otorgados al famoso cómico a lo largo de su carrera.
No solo las altas esferas quisieron mostrar su rechazo al lamentable historial sexual de Cosby, sino que hasta su bar favorito en Washington, el Ben’s Chili Bowl, borró su colorido mural exterior en el que aparecía el rostro del artista por intensas presiones de sus clientes. De este modo, la sociedad estadounidense ha tratado de anular en los últimos meses hasta el último rastro de la veneración generalizada que existió una vez hacia Cosby, que fue el primer afroamericano en protagonizar una serie dramática, un formato reservado entonces para los blancos y que nada tenía que ver con la música y la comedia.
De su estrellato
Nacido en una familia humilde de Filadelfia en 1937, Bill Cosby creció sin el modelo de su padre, un marine que apenas estaba en casa, lo que convirtió a su madre en la primera espectadora de las parodias de lo cotidiano que más tarde se convertirían en la seña de identidad de Bill en los escenarios. Al alcanzar la mayoría de edad, empezó a forjar su figura de icono de la cultura popular y en 1984 creó “The Cosby Show”, poniendo a su personaje (el doctor Cliff) al frente de la primera familia afroamericana acomodada de la televisión, la primera que, según la revista Time, “simplemente era negra, sin que eso significara nada más”.
El espejismo, sin embargo, se agrietó hasta romperse con las continuas denuncias de abusos sexuales, que han acabado convirtiendo a Cosby en un villano repudiado por el país en el que alcanzó la fama mundial gracias a su ingenio humorístico. Cosby se acaba de convertir en la primera celebridad enviada a prisión en la era de #MeToo. El castigo prácticamente completó la vertiginosa caída del comediante de 81 años, exastro de la televisión que rompió las barreras raciales en Estados Unidos.
Fuente: Álex Segura Lozano/EFE