Los cuidadores como se les conocen a los profesionales o familiares que desempeñan esta tarea imprescindible, terminan sobrepasando la situación si no establecen límites. Si es tu caso, este artículo es para ti, porque solo cuidando de ti, podrás cuidar a otros.
El principal reto que se presenta al momento de velar por tus enfermos, es saber cuidar de ti mismo, es decir, debes detenerte y descansar, aprender a delimitar para no contaminarte con pensamientos negativos. Cuando la persona se entrega demasiado a la labor de cuidar y se olvida de sí mismo, la irritabilidad, el cansancio y la ansiedad se apoderan de ella y estos síntomas afectan a la persona tanto como al enfermo.
Enfermedades: parte de la vida
El psicólogo Luis Bergés nos explica que uno de los primeros pasos para afrontar la enfermedad de un familiar, sin que esta suponga un desgaste emocional, es entender que las enfermedades son parte de la vida y que uno no las elige.
Aprende todo de su padecimiento
Además agrega, que cuando la persona no se fusiona con la enfermedad, presenta una mejor actitud para entender las posibilidades de recuperación que podría presentar dicha enfermedad, se interesa por buscar más información a nivel científico sobre los síntomas, signos, tiempo de duración así como recursos para afrontarla; basados en esta información, es mucho más fácil construir una actitud saludable que se traduzca en una buena adherencia, puntualiza el profesional.
¿Qué es el Burnout o Síndrome del Cuidador quemado?
Atender las necesidades de un familiar enfermo supone un cambio en nuestros planes, un aprendizaje continuo del proceso de esa enfermedad y en mucho de los casos un proceso donde debemos aprender a gestionar nuestros sentimientos y el impacto emocional que nos deja el diagnóstico, ese desgaste que se presenta por querer dar todo de nosotros sin que el enfermo perciba nuestra angustia.
El psicoterapeuta expresa que el síndrome del cuidador quemado es la percepción que tiene el cuidador de la sobrecarga que siente de cuidar el paciente enfermo.
Cuando esto sucede, la persona pierde la capacidad de divertirse, disminuye su satisfacción por la vida, presenta tendencia a enojarse, a limitarse por cosas básicas, presenta aburrimiento y fatiga, así como trastornos del sueño, falta de concentración, de entusiasmo y motivación.
«Conductualmente hablando, estas personas se alejan de los demás, sus relaciones sociales se empobrecen, al igual que su desempeño a nivel laboral, académico y familiar, entra en dificultades interpersonales y una sensación interna de que no tiene el control sobre su propia vida y, estos síntomas, el cuidador se los atribuye al enfermo y en algunos casos, termina con síntomas parecidos a los del paciente y muchas veces hasta peor», define el psicólogo.
¿Cómo puedes cuidar sin descuidarte?
La presencia de estas señales son un indicio claro de que el cuidador presenta sobrecarga, papel que en la mayoría de los casos asume la mujer, ya sea la madre, una hija o hermana. Para realizar el rol de cuidador con una buena atención y lograr un equilibrio entre tus necesidades y las del enfermo, Bergés aconseja que: «la persona que cuida debe sentir empatía, debe tener la capacidad de colocarse en sus zapatos y entender por lo que el enfermo está pasando.»
La compasión, la paciencia, la sensibilidad y la información objetiva de la enfermedad serán determinantes. “Cuando tengo mucha información sobre la enfermedad, puedo ayudar al paciente manteniendo la distancia adecuada para no fusionarme con la enfermedad, ni yo enfermarme”, precisa Luis Bergés.
Además nos aconseja que no debemos sentir lástima por el paciente, podemos crear una red de apoyo para ayudar en su recuperación y para aquellas situaciones donde el enfermo no pueda valerse por sí mismo, sin dejar de alentar las otras capacidades que no han sido afectadas por la enfermedad.
Para concluir nos recuerda, que la parte afectiva es importante, cuando se expresa apoyo, cariño, paciencia, respeto y solidaridad, porque esto contribuye notablemente no solo a que el enfermo no se le complique la enfermedad, sino también a que el cuidador no acumule un estrés innecesario.
Sé consciente de tus limitaciones, aprende a compartir los sufrimientos y a expresar tus sentimientos sin temor ante el dolor, en tus momentos de descanso, permítete alejarte del enfermo, pide ayuda, no quieras solucionar todo y por último reconoce tus limitaciones.
Fuente: Sue Helen Rodríguez