El hecho de depilarnos siendo mujeres sigue formando parte de una conversación que genera opiniones enfrentadas. Está el «yo me depilo porque me parece que es bonito y lo hago porque quiero» en contraposición al «yo no me depilo porque la sociedad nos ha hecho pensar que eso es lo bonito y eso es lo que queremos». Pues bien, ya sabrás que el argumento de esta segunda opinión es el correcto, independientemente de que nos depilemos o no porque, en 2019, hemos de empezar a asentar que retirar nuestro vello es una opción. No una imposición. Así, por muchos comentarios que –tristemente– todavía escuchemos, como por ejemplo, «¿por qué te depilas si eres feminista?» o «Vale que Amaia sea feminista, pero no puede ir así a un evento», podremos confirmar que se generan desde la desinformación.
Amaia y tú y yo podemos hacer lo que nos dé la real gana. Lo que no se puede hacer es juzgar la decisión de una mujer por no encajar en el canon patriarcal.
Así, hemos querido preguntar a varias mujeres por su vello facial, que está más a la vista que el de, por ejemplo, las piernas o las axilas. Más en concreto, hemos querido saber sobre su bigote o labio superior. ¿Se lo depilan, no se lo depilan? ¿Por qué?
Las conclusiones te las dejamos a ti.
«La primera vez que me lo quité tenía 15 años. Creo que es pronto, pero siempre he tenido mucho y, a día de hoy, no me planteo dejar de hacerlo, pese a que soy muy consciente de la presión a la que nos sometemos las mujeres con respecto a la depilación por el mero hecho de ser mujeres. Pero no puedo evitarlo, hay veces que, cundo me está saliendo, me da la sensación de que la gente con la que hablo me lo está mirando y me siento insegura. Me lo quito yo misma con cera una vez al mes». (Carmen, 28).
«Yo me lo quito de vez en cuando pero, cada vez que lo hago, me salen granitos, así que he decidido que prefiero el vello a la piel irritada. Creo que seguiré quitándomelo, pero en ocasiones muy puntuales». (Amanda, 31).
«Estuve tomando Roacutan durante varios meses el año pasado y tenía prohibido depilarme con maquinilla o cera, pues tenía la piel ultrasensible. Yo me lo quitaba siempre pero, cuando empecé con el tratamiento, mi bigote fue creciendo de manera natural sin que pudiera hacer nada (a veces retiraba algún pelillo más ancho con pinzas). No tengo mucho, pero si te fijas, se aprecia. De lo que me he dado cuenta en este tiempo es que en el fondo me da exactamente igual, así que ya no me lo quito». (Marta, 30)
«Yo cada 15 días me lo quito, porque estoy obsesionada con ‘la piel de delfín’ y no me gusta ‘tropezarme’ con pelos, pero no sé si será por encajar en un canon». (Alba, 32).
«No hace falta que me justifique explicando por qué me depilo el bigote: he crecido en una sociedad que me ha impuesto que he de ‘estar perfecta’. Pero, además, yo estoy concienciada con tener la piel uniforme y no soporto tener ‘esa sombra’. También me relaja ese rato en soledad ante el espejo, pinza en mano, sin que mis tres hijos interrumpan». (Uxía, 40).
«Yo siempre he tenido mucho vello, y en el cole me dejaba el bigote a voluntad propia porque me daba pereza quitármelo, aún sabiendo que me ponían motes o se comentaba que ‘tenía mucho bigote’. Pero siempre me ha dado y me da igual. ¿Por qué he de quitármelo? ¿A quién molesto?» (Marta, 28).
«Me lo depilo desde los 16 años porque fue mi madre la que comentó en casa: ‘ya es hora de ir quitando esos pelitos…’. Y lo normalicé por eso. Hasta que me informé. Hoy no le doy tanta importancia como cuando era adolescente, pero sí que tengo en casa esas tiras de cera fría específicas de color rosa y las uso de vez en cuando». (Ana Paula, 21).
Fuente: Cosmopolitan