Por Rosa Angélica Payano.-
Dia Uno
amaneces con el ojo izquierdo amoratado, él llegó borracho anoche y pues no quedó de otra.
Día dos
Te duele el costado derecho. Él tuvo un mal día de trabajo y descargó contra tí.
Dia tres
Tu pelo de repente está más corto, lo arreglaste para él, pero agarró las tijeras porque lo tuyo no era más que un «coqueteo descarado».
¿Cuántos días piensas contar?
Llevas años viendo que tu cuento de hadas no es el que soñaste, te levantas cada día a luchar con sus demonios.
Sus malos días no son tu culpa.
Su embriaguez no es tu culpa.
Su falta de dinero no es tu culpa.
¿Por qué te culpas?
Cuando recibes y perdonas el primer golpe, le das permiso para que te destruya. Y sí, entiendo que a veces es difícil salir del círculo, sobre todo cuando desarrollas dependencia.
¿Hace cuánto él no te dice lo hermosa que eres? Lo mucho que le gustas. Lo mucho que te ama. Te acostumbraste al maltrato «justificado» a vivir bajo su sombra, a depender solo de él. Ya no vives, ya no ríes, ya dejaste de ser tú.
Me opongo de manera contundente a esa crianza y creencia de que la mujer debe de aguantar todo por su hombre. Y no es que andarás de libertina, y sin asumir el compromiso, es a la idea tan egoísta de la sumisión. Tú no eres su alfombra, ni la suela de sus zapatos; eres su costado, el lado mágico de su corazón.
La frase bíblica que reza «El amor todo lo soporta» no incluye golpes, no incluye malas palabras. El amor todo lo soporta incluye respeto, significa salir juntos adelante de las situaciones complicadas de la relación, el maltrato no va incluido, eso no es una opción.
¿Cuántos días piensas contar?
Enseñas a tu hijo que está bien ser como papá y a tu hija le enseñas que está bien aguantar como mamá. Y asi crías niños miserables que se convertiran en adultos disfuncionales.
¿Recuerdas ese vestido negro ajustado que resalta la belleza de tu anatomía, y ese labial rojo carmesí que le sienta también al color de tu piel?
Ya no lo usas, ahora te pones capas y capas de maquillaje no para resaltar tu belleza, sino para cubrir las marcas, las cicatrices de tu dolor. Te escondes tras los cosméticos y cuando vuelves a casa empieza otra vez tu tortura, pero «aguantas» porque esa es la idea que tienes infudada.
¿Cómo te gustaría tu funeral?
¿A quién le dejarás el cuidado de tus hijos?
Ya no te vistas con los arapos de la resignación.
Ya no lo excuses. No estás obligada a permanecer con un amor sin amor. Porque puedes sola, no necesitas en tu vida a quien no te respete, a quien te maltrate a quien no te quiera. Te mereces un amor que con flores y poemas te demuestre cuan importante eres para él. No naciste para pasar por la vida sin vivir por estar mal emparejada.
Nadie debería restringir el disfrute de su viaje por no romper las cadenas que le unen a quien no le hace feliz, independientemente de los hijos, sí, tu deber es cuidarlos, velar por su bienestar, que crezcan sanos y felices, pero sabes: crecerán y se irán. ¿Y tú?
Tú, hermosa, te mereces un amor que te quiera con el despeine del éxtasis de la noche anterior, no uno que te ofenda llamándote PUTA por llevar encaje, reprimiendo el disfrute de tu sexualidad.
Tú, hermosa, no naciste para ser sombra, tú eres luz que da luz, si él no está dispuesto a comerse el mundo de la mano contigo, mándalo al paseo y cómetelo tú sola; tú sola puedes.
Deja ya de esconderte. Amarse a uno mismo no es ser egoísta, es darnos nuestro lugar, es imposible que alguien sepa como amarte si ni siquiera tú sabes como hacerlo. ¡Eres tan valiosa!
Levántate con tu armadura, que no haya un golpe más. No te queremos en las noticias, en el conteo de las obcisas, a ti no «Ni UNA MENOS».
Anda, ponte los tacones, parate frente al espejo, saca ese vestido del closet, péinate bonito, que nadie te silencie, que no apaguen tu risa.
Ah y por favor
¡SiN MAQUILLAJE, HERMOSA!
Gracias por leerme
Angélica (Ross)
Fuente: La autora es médico