Muchos padres se enfrentan con la dificultad de ser autoritarios o permisivos a la hora de educar a sus hijos. Sin embargo, hay diversos programas fundamentados en el amor y el respeto que buscan revolucionar la manera en la que se forma a los niños.
La escena es frecuente: en un restaurante, una familia se dispone a cenar. De repente, uno de los hijos pequeños comienza a pedirle a uno de los padres que lo lleve a otro lado, o hace mala cara frente a la comida del restaurante. Sus demandas comienzan a convertirse en pataleta y, a medida que los alaridos del niño escalan, los comensales comienzan a mirar aterrados a la familia, muchas veces con reproche hacia los padres, pidiéndoles que hagan algo para disciplinar al niño. Ellos, que quisieran pedirle a la tierra que se los trague, intentan diferentes maneras de distraer al niño, hasta que se rinden y le entregan una tableta que lo hipnotiza.
Tal vez uno de los retos más grandes que enfrentan los padres hoy es aprender a disciplinar a sus hijos. Por un lado, hay demasiada información sobre psicología infantil y neurociencia, y cada día aparecen nuevos estudios sobre cómo respetar el proceso de crecimiento de los niños y desarrollar el potencial, que muchos padres confunden con pérdida de límites y permisividad. Por otro, muchos tienen miedo de repetir modelos de disciplina poco apropiados con los que fueron criados y no saben muy bien cómo enfrentar este tema, sin ser violentos o impositivos. Por suerte, los padres de hoy en día también cuentan con diferentes alternativas de educación que buscan fomentar valores y conducta en los niños de una manera consciente y respetuosa. En un mundo en el que la hiperconectividad y la inmediatez pueden darles la ilusión a los niños de que pueden tenerlo todo ahora mismo, estas maneras alternativas de inculcarles autorreflexión sobre sus actos cada vez están cosechando más adeptos, pues sus enseñanzas se basan en el amor, el respeto y el fortalecimiento de la autoestima.
Disciplina positiva
La disciplina positiva se basa en las ideas de los psicólogos Alfred Adler y Rudolf Deikurs, quienes en los años 1920 realizaban talleres de educación democrática que buscaban enseñarle a los jóvenes cómo ser responsables, respetuosos y recursivos dentro de su comunidad. Parte del precepto de que los seres humanos estamos diseñados para conectar con nuestra comunidad y que los niños que tienen ese sentido de pertenencia se comportan mejor.
Algunos conceptos sobre los que trabaja la disciplina positiva son el respeto mutuo, las creencias detrás del comportamiento del niño, la comunicación positiva, la habilidad de resolver problemas y concentrarse en la solución del conflicto en lugar del castigo. Como lo explica Pamela Moreno, coach de padres, certificada en disciplina positiva: “Las estrategias de crianza de épocas pasadas hoy no son eficientes. El mundo ha cambiado y por supuesto los niños también. Por eso es importante que los educadores aprendan maneras nuevas y respetuosas de disciplinar. Cuando un educador conoce las estrategias y herramientas de la disciplina positiva está más empoderado en su labor de guía, cae menos en la frustración y por tanto puede conectarse con su propósito y desarrollar un plan para cumplirlo, respetando al niño y a sí mismo, de manera que se aleja de los modelos autoritarios o permisivos”.
Por medio de talleres, libros y reflexiones que Moreno comparte en la página de Facebook de La disciplina positiva, se ha dedicado a asesorar a padres y maestros en la implementación de esta filosofía basada en el respeto mutuo y en el diálogo. En sus palabras: “Lo que podría resumir la filosofía de la disciplina positiva es un trabajo a largo plazo que busca empoderar, responsabilizar y capacitar al niño para la vida”.
Espiritualidad para niños
Espiritualidad para Niños es un programa de educación en valores dirigido a pequeños entre los 7 y 12 años, que ha sido implementado en más de 15 países. Tal vez su nombre puede hacer que algunos piensen que se trate de una filosofía religiosa, pero acá «espiritualidad» se entiende como un concepto más amplio que abarca valores como resiliencia, autoestima y respeto. Como lo explica Janna Strustsberg, embajadora de Espiritualidad para Niños, en Bogotá: “Para nosotros, epiritualidad es diferente a religión. Se trata de respetar y entender que todos somos partes de una sola cosa: tu comportamiento me afecta a mí, y a ti te afecta el mío. Este programa busca explicarles a los niños que debemos ser responsables de nuestras acciones. Si actúo de manera negativa puedo afectar al que tengo al lado. Si mi comportamiento es positivo impacto positivamente al otro. Se trata de que ellos aprendan a tomar responsabilidad”.
Por medio de talleres con juegos interactivos, videos, animaciones y actividades creativas, este programa busca inculcar el respeto hacia el otro y ha sido muy exitoso cuando se ha implementado en comunidades con problemas de matoneo. Además, tiene actividades que involucran a padres y maestros en este aprendizaje. El programa ha arrojado resultados exitosos que también han mejorado el desempeño académico y capacidad de análisis de los niños que han participado en estos talleres. En palabras de Strustsberg: “Cuando les enseñas a los niños a asumir la responsabilidad de sus actos y que somos uno con el universo, creamos personas responsables con sentido de unidad en el mundo”.
Fuente: Fucsia