“Querido esposo, necesito más ayuda”: una carta abierta de una madre a su pareja

Cuando se trata del reparto de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos, no solo hay un desequilibrio entre las mujeres y los hombres, también somos juzgados de maneras distintas. Es cierto y todos lo sabemos. Por eso, muchas mujeres sufren la presión de que no solo la maternidad les tiene que salir naturalmente bien, sino que además tiene que parecer que lo hacen sin ningún esfuerzo- como si fuera fácil ser una superheroína-. Pero Celeste Erlach, una mamá del Reino Unido, decidió hace unos días escribirle a su pareja una carta en la que le explicaba que se veía incapaz, y cómo todos (sí, ellos también) de vez en cuando tenemos que pedir ayuda.
Su publicación se ha convertido en todo un éxito en redes sociales acumulando más de 7.500 likes y siendo 4.200 veces compartido. Porque definitivamente esta es una carta que todos los padres (mamá y papá) deberían leer al menos una vez en su vida.
La carta dice así:

«Querido esposo,

Necesito. Más. Ayuda.

Anoche fue difícil para ti. Te pedí que cuidaras al bebé para poder irme a la cama temprano. El bebé estaba llorando. Lo lamento, en serio. Podía oírlo desde el piso de arriba y mi estómago se hacía un nudo escuchandolo, preguntándome si debería bajar y ayudarte o si debía simplemente cerrar la puerta para poder dormir lo que necesitaba desesperadamente. Elegí lo segundo.

Entraste a la habitación 20 minutos más tarde, con el bebé todavía llorando frenéticamente. Pusiste al bebé en la cuna y la empujaste suavemente unos pocos centímetros más cerca de mi lado de la cama, un claro gesto de que habías terminado de cuidarlo.

Yo quería gritarte. Quería empezar una pelea épica en ese mismo momento. Estuve cuidando al bebé y a nuestro otro hijo todo el día. Me iba a tener que despertar toda la noche para alimentar al bebé. Lo mínimo que podrías hacer es cuidarlo un par de horas por la noche para dejarme intentar dormir.

Solo unas pocas horas de precioso sueño. ¿Es mucho pedir?

Sé que ambos vimos a nuestros padres cumplir los roles típicos de madre y padre durante nuestra niñez. Nuestras madres fueron las principales encargadas de nuestro cuidado y nuestros padres estuvieron relativamente alejados. Eran padres excelentes, pero no se esperaba que pasaran una cantidad significativa de tiempo cambiando pañales, alimentando, cuidando y atendiendo a los niños. Nuestras madres fueron las supermujeres que mantuvieron la dinámica familiar. Cocinaban, limpiaban y criaban a los niños. Cualquier ayuda de papá era bienvenida, pero inesperada.

Veo que caemos en esta dinámica familiar cada vez más día tras día. Mi responsabilidad es alimentar a la familia, mantener la casa limpia y cuidar a los niños, incluso cuando retome mi trabajo. En gran parte me culpo a mí misma. He establecido el precedente de que puedo hacerlo. Y en verdad quiero hacerlo. Sin ánimo de ofender, pero no estoy segura de querer saber cómo serían las cenas contigo a cargo.

También veo a mis amigas y otras mamás haciéndolo todo y haciéndolo bien. Sé que lo ves también. Si ellas pueden manejarlo, y si nuestras madres lo hicieron tan bien, ¿por qué yo no puedo?

No lo sé.

Tal vez nuestros amigos están jugando el papel en público y luchando en secreto. Tal vez nuestras madres sufrieron en silencio durante años y ahora, treinta años más tarde, simplemente no recuerdan lo difícil que realmente fue. O tal vez, y esto es algo que me reprocho todos los días, simplemente no estoy tan calificada para el trabajo como todos los demás. Y por mucho que me avergüence solo de pensarlo, lo voy a decir: necesito más ayuda.

Parte de mí se siente como un fracaso por siquiera pedirlo. Quiero decir, tú sí ayudas. Eres un padre increíble y haces un gran trabajo con los niños. Y además, esto debería ser fácil para mí, ¿verdad? Por el instinto maternal, ¿no?

Pero soy humana, y estoy funcionando con cinco horas de sueño y estoy demasiado cansada. Te necesito.

En la mañana, necesito que prepares a nuestro pequeño para que yo pueda cuidar al bebé y hacer los almuerzos de todos y beber una taza de café. Y no, preparar al pequeño no significa dejarlo frente al televisor. Significa asegurarse de que vaya al baño, darle el desayuno, ver si quiere agua y preparar su maleta para la escuela.

Por la noche, necesito una hora para descomprimirme en la cama sabiendo que nuestro niño está dormido en su habitación y que el bebé está bajo tu cuidado. Sé que es difícil escuchar el llanto del bebé. Créeme, lo sé. Pero si yo puedo cuidar y tranquilizar al bebé la mayor parte del día, puedes hacerlo durante una o dos horas por la noche. Por favor. Te necesito.

Los fines de semana, necesito más tiempo libre. Tiempo para salir de la casa y sentirme como un individuo. Incluso si solo se trata de una caminata alrededor de la cuadra o una ida al supermercado. Y algunos días cuando ya tenga programada la clase de natación y las citas de juego, y parezca que lo tengo todo bajo control, necesito que me ofrezcas una mano. O que me sugieras que me acueste a descansar durante la siesta de los niños. O que laves los platos sin que yo lo pida primero. Te necesito.

Por último, necesito escuchar que estás agradecido por todo lo que hago. Quiero que notes que la ropa está limpia y que he preparado una deliciosa cena. Quiero que aprecies que amamanto al bebé a todas horas, incluso en el trabajo, aunque sería más fácil alimentarlo con fórmula. Espero que te des cuenta de que nunca te pido que te quedes en casa y faltes a tus eventos de networking o a tus actividades deportivas. Como madre, se espera de mí que esté en la casa todo el tiempo, siempre disponible para cuidar a los niños mientras tu estás fuera y sé que alimento esa suposición al estar en casa todo el tiempo.

Sé que no es así como lo hicieron nuestros padres, y odio incluso haber tenido que pedirlo. Ojalá pudiera hacerlo todo y sin esfuerzo. Desearía no necesitar que me felicites por hacer las cosas que la mayoría de la gente espera de una madre. Pero estoy ondeando una bandera blanca y admitiendo que solo soy humana. Te estoy diciendo cuánto te necesito, porque si sigo al ritmo que vamos, voy a explotar. Y eso te lastimaría a ti, a los niños y a nuestra familia.

Pues, seamos sinceros: tú también me necesitas».
Un mensaje simple, sencillo y sincero que ha provocado una ola de empatía de mujeres que como Celeste se sienten identificadas. Y tú, ¿qué esperas para compartirlo con tu pareja? Sean o no padres todavía nunca es demasiado temprano (ni tarde) para establecer sus propios lineamientos.
Fuente: Fucsia
Salir de la versión móvil