Dormir en camas separadas, ¿el secreto de las parejas felices?

Vivir juntos y dormir separados no es una señal de que algo anda mal en la relación. Para muchas parejas este es el secreto de mantener viva y sólida la llama.
A pesar, de que el distanciamiento nocturno en la actualidad es visto como un comportamiento conyugal frío, que revela una pobre vida sexual, muchas parejas no comentan su práctica para evitar suposiciones, ya que compartir la cama es para muchos lo normal y prácticamente obligatorio.
Al igual que el sexo anal y la masturbación, dormir separados es otro de los grandes tabúes que rodean el ámbito de la pareja. Pero la realidad cambia lo significativo y saludable de la modalidad. Sigue leyendo y conoce los beneficios del ‘sleep divorce’.
Dormir en camas separadas es una realidad
Según una encuesta realizada por la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos en 2005, el 23% de las parejas del país se separan por esta modalidad de pernocta. Otro estudio realizado en 2013 por la Universidad Ryerson, en Toronto (Canadá), sostiene que la cifra de parejas que duermen por separado está entre el 30 y el 40%.
Esta es una realidad latente, aunque no muchos seamos conscientes de ella. Para una gran cantidad de personas es incómodo dormir acompañadas, y su sueño es afectado por los comportamientos de su compañero o compañera a la hora de dormir. En ocasiones esta incomodidad no se comparte para evitar hacer sentir mal a la otra persona, pero puede afectar otras áreas de la relación.
Es gratificante, pero puede mostrar repercusiones
En generaciones pasadas se usaba el “divorcio de cama”, es decir, la pareja se separaba y seguía viviendo junta; pero no es a esto que nos referimos en este artículo, sino más bien a una nueva forma de estar juntos, vivir felices, pero durmiendo cada quien en su espacio.
Algunas personas comentan sentirse en ocasiones agobiados con su pareja y esto no tiene nada que ver con la falta de amor. En estos casos la modalidad de dormir a distancia puede devolverle la privacidad y reducir el agobio.
En un artículo publicado en El País, el doctor Eduard Estivill, director de la Clínica del Sueño Estivill (Barcelona) afirma que desde el punto de vista afectivo compartir cama es muy gratificante, pero desde una visión puramente científica esta práctica puede mostrar repercusiones dependiendo con quien dormimos.
Nuestra pareja puede afectar nuestro sueño
“Lo que sabemos hoy en día es que cuando dormimos es como si bajásemos los peldaños de una escalera. Primero entramos en el sueño superficial, después viene el sueño profundo y posteriormente el sueño REM. Cualquier ruido externo, cualquier estímulo, cualquier cosa que haga la pareja que tenemos al lado, por ejemplo, un ronquido, una sacudida de las piernas, o si un día por lo que sea que está más nervioso y da más vueltas en la cama, cualquier situación de la persona que tenemos al lado nos puede afectar», afirma el especialista.
Todas estas situaciones antes planteadas pueden provocar que al día siguiente sintamos la sensación de no haber descansado lo suficientemente; no podremos llegar a un sueño profundo por culpa de estos estímulos de la persona que tenemos al lado. Desde el punto de vista fisiológico, lo ideal o adecuado -según Estivill- sería contar con dormitorios individuales.
No es obstáculo para la vida sexual
Esta modalidad va contribuir a que cada persona duerma mejor, y en ningún caso representa un obstáculo para la vida sexual; al contrario, al dormir separados se sentirán mejor y más felices.
Además, está demostrado que muchas parejas que han acordado reducir el contacto físico por las noches sienten un aumento de las ganas de tocarse durante el día. En algunos casos, uno de los juegos sexuales que realizan es pasarse a la cama del otro. ¿Te animas?
Las parejas felices a largo plazo desarrollan patrones de comunicación, que son la clave para que funcionen este tipo de acuerdos. Las parejas que duermen por separado pueden ser tan felices como las parejas que duermen juntas, parecen tener una vida sexual tan buena como las parejas que comparten la misma cama y a menudo se sienten muy cerca de su pareja porque respetan el espacio del otro.
Fuente: JESSICA LEONOR
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