República Dominicana ha tenido grandes artistas que nos han representado a nivel mundial. La primera dominicana en poner el sello de Quisqueya en la meca del cine, Hollywood, fue María Montez (1917-1951).
Nativa de Barahona, esta diva era conocida como “La Reina del Technicolor” y realizó unas 21 películas.
Otra mujer que dejó su impronta fue Mónica Boyar, una hermosa mujer de cabello negro y ojos brillantes que se paseó por las disciplinas del cine, el teatro, el baile, el canto, la pintura y la moda.
Su esbelta figura era comparada con las estrellas del momento, y fue musa para algunos diseñadores. Boyar fue, además, la esposa del famoso cómico canadiense Leslie Nielsen, conocido por sus papeles de “Aeroplano” y “Academia de Policía” y duraron juntos desde el 1950 hasta el 1956.
Boyar no solo interpretó buenos papeles en la ficción, como “Studio One” en el piel de María; en la realidad era una mujer revolucionaria, al punto de que fue vetada en el país por incorporarse a la lucha antitrujillista desde Nueva York. Por eso fue perseguida y se dice que ha sido una de las razones por las que noticias sobre su carrera en los Estados Unidos no se difundían en República Dominicana.
Su primer matrimonio fue con Federico Horacio Henríquez Vásquez (1921-1949), conocido como Gugú, hijo de Enrique Henríquez García y Estela Vásquez Gautier, quien desembarcó en 1949 en la playa de Luperón, Puerto Plata. Boyar enviudó al este ser fusilado por participar en la expedición en contra del tirano.
Ella fue asistente personal del comandante Enrique Jiménez Moya, cabeza de la expedición del 14 de junio.
La actriz y cantante volvió a casarse, esta vez, con Leslie Nielsen, conocido por su humor absurdo en películas y se divorció de él en 1956.
Más adelante, en marzo de 1958 se casó con el comediante Lee Tully y luego se divorciaron.
Su círculo de amigos también reunía el jet set internacional, como el mismísimo Marlon Brando.
Falleció el 2 de octubre de 2013 a los 93 años en Las Vegas Nevada, donde residía, y no tuvo hijos.
A continuación, otros detalles de la vida de esta diva dominicana poco recordada.
Lugar de nacimiento y primeros años
Apuntes biográficos informan que Mónica Boyar nació en el año 1920 en Santiago, con el nombre de Argentina Mercedes María González Morel Valerio Ureña, hija de Pablo Duarte y Juanita Morel y ahijada del político y abogado dominicano Rafael Estrella Ureña.
En el año 1929 sus padres emigraron a la ciudad de Nueva York llevándose a la pequeña. Desde niña mostró sus dotes para el canto, de modo que su polifacética vida artística comenzó a los 12 años como soprano en el coro del Metropolitan Opera House de Nueva York. A esta carrera vocal y de danza unió otras disciplinas como pintora de acuarelas, diseñadora de vestuarios y carteras de alta cotización y como actriz de cine, teatro y televisión.
Siendo cantante, Boyar interpretó para personalidades del mundo y fue descrita por el crítico de arte Walter Winchell como “El más fino talento latino en el terreno del entretenimiento”.
Vida artística
En los apuntes de Américo Mejía Lama se precisa que Mónica Boyar era alta de estatura, de piel aceitunada, delgada, pelo de 40 pulgadas de largo, ojos marrones claros y de una apariencia muy seductora.
Se dedicó a estudiar el folclor de muchos países, cantó en siete idiomas y cuatro dialectos.
Interpretó ritmos tropicales, especialmente el calypso, en los más destacados clubes nocturnos de los Estados Unidos, donde fuera bautizada por los críticos como “The Satin Latin Song Stylist” y “The Ribbon Blue-Bird”.
Durante la Feria Mundial de Nueva York en 1939 hizo esfuerzos para persuadir a los norteamericanos a adoptar el merengue, la música de su país, refiere el historiador Américo Mejía Lama.
Posteriormente danzó con sus coreógrafos ante el famoso músico catalán Xavier Cugat.
La artista, siempre inquieta, por la cantidad de aportes al arte que hizo, se presentó en los famosos cabarés Ciro’s de Ciudad de México y en el Hotel Nacional de La Habana. En Nueva York actuó en el Waldorf Astoria y en el Chateau Madrid, entre otros no menos famosos.
Indica Américo Mejía Lama en sus escritos que supuestamente, para cantar en este último night club suspendió su luna de miel.
Como diseñadora de vestuario, su colección personal excedía los 200 trajes de lujo.
Mejía Lama reseña que cantó para muchas personalidades del mundo. Entre ellos el príncipe Rainiero de Mónaco, Aristóteles Onassis y el príncipe Bernardo de Holanda.
Dentro de su cinematografía están las películas: Princes Papaya (1948), Fandango at War Bonnet (1954).
Asimismo, actuó en varios capítulos de la serie de televisión “Studio One” (1954), “Mr. Peppers”, en 1952.
Hizo escenas dramáticas en la obra “Summer and Smoke (Verano y humo) del famoso escritor Tenessee Williams, desde el 6 de octubre de 1948 al 1 de enero de 1949, con 102 representaciones en Broadway, la meca del teatro en Nueva York.
Lucha antitrujillista
La abogada Susy Pola escribió sobre ella que su oposición era férrea al trujillato, desde su primer matrimonio con Federico Horacio Henríquez Vásquez (Gugú), de quien enviudó cuando lo fusilaron al venir al país como integrante de la expedición contra Trujillo en junio de 1949.
Diez años después, ella fue asistente del comandante Enrique Jiménez Moya, cabeza de la expedición del 14 de junio en contra del régimen.
“Esta gran dominicana ha sido defensora de las libertades de nuestro pueblo, participando activamente en los preparativos de las expediciones de Luperón, en 1949, y de Constanza, Maimón y Estero Hondo, una década después”, documenta el autor Américo Mejía Lama.
Por su alma patriótica, se cree que se quiso atentar contra su vida durante su actuación en un night club de la ciudad de Nueva York.
Los discos en contra del régimen que grabó de su autoría fueron “Marcha a Santo Domingo” y la parodia “Chapita fue a la guerra”, del que Mejía Lama conserva una copia digitalizada.
Se propuso llevar su nombre el Gran Teatro del Cibao
En el año 2015, la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados discutió en Santiago con sectores vinculados al arte y la cultura el proyecto de ley que designa con el nombre de Mónica Boyar, el Gran Teatro del Cibao, donde algunos plantearon que constituye un reconocimiento a la mujer y a la diáspora dominicana.
Nueve diputados asistieron a la presentación del proyecto, encabezados por el presidente de la Comisión, Manuel Jiménez y la proponente de la pieza, diputada Lucía Alba.
No obstante, no se llegó a un acuerdo y el proyecto se quedó como otros, engavetado.
En aquel momento, el gestor cultural Américo Mejía Lama, expresó que se debe hacer justicia con el nombre de la artista dominicana Mónica Boyar.
Susy Pola también defendió que Boyar tenga un lugar privilegiado en la historia. “Son pocas las dominicanas reconocidas en sus méritos ciudadanos, un porcentaje ínfimo frente a los dominicanos honrados con la distinción, un argumento suficiente para que Mónica Boyar sea reconocida. La Constitución dominicana, manda a realizar acciones para la igualdad y a pesar de la falta de adecuación de las leyes adjetivas a ella, es el Congreso quien debe decidir supletoriamente, esta dificultad. ¡Qué sea El Gran Teatro del Cibao Mónica Boyar!”, defendió la también activista social en aquel momento.
El autor Américo Mejía Lama ha calificado como “insólito” que Boyar sea ignorada en la escena local.
Y agrega: “No se justifica la indiferencia de los ciudadanos dominicanos ante compatriotas que se han hecho acreedores de los mayores reconocimientos por sus servicios a la patria en playas extranjeras. Existe una mujer dominicana que es merecedora de los más altos honores de su país. Esta mujer ha sido una artista de primera magnitud en los más prestigiosos escenarios de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica”.
Fuente: DANIELA PUJOLS