¿Quiénes están en mayor riesgo de enfermar severamente por COVID-19? Enfermar severamente por COVID-19 se define como “necesitar hospitalización, ingreso a unidades de cuidados intensivos, entubación o ventilación mecánica”, precisa el Centro Para Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
En ese sentido, los más vulnerables, según la evidencia científica más sólida y consistente, son personas con enfermedades preexistentes, entre estas, aquellas prevenibles mediante alimentación saludable y práctica de ejercicio: hipertensión, diabetes tipo 2, enfermedades del corazón, obesidad, cáncer (enfermedades crónicas no transmisibles).
Si vemos la estadística global, el 10.5 % de los que padecen de enfermedades del corazón y se infectan de COVID-19, fallecen. (Datos del Centro para Control y Prevención de las Enfermedades de China). Asimismo, el 7.3 % de los hipertensos; 6 % de los hipertensos; 7.3 % de los diabéticos; 5.6 % de los pacientes de cáncer.
En contraste, la tasa de letalidad es de 0.9 % para aquellos contagiados sin una preexistente condición de salud.
Hemos escuchado, por otra parte, que los envejecientes tienen mayor riesgo de fallecer por COVID-19. Sin embargo, la cosa no es tan simple como que a más edad más riesgo de por sí. Más bien, el riesgo viene de que en las edades mayores son más frecuentes las enfermedades que hacen más difícil la recuperación del nuevo coronavirus.
En nuestro país, entre los fallecimientos, con una media de edad de 65 años, se registraron antecedentes de morbilidad de hipertensión arterial (25.58 %) y diabetes (22.35 %).
No se reportó el sobrepeso/obesidad entre los antecedentes, pero como el 27 % de los dominicanos mayores de 18 años es obeso, puede darse por hecho la incidencia, y tomando en cuenta también que hipertensión, diabetes tipo 2 y obesidad están directamente relacionados.
Esta letal relación entre COVID-19 y enfermedades crónicas no transmisibles, revive la necesidad de políticas gubernamentales de promoción de alimentación y estilos de vida saludables.
Alta en azúcar, sal y grasa, la dieta popular dominicana es el factor detrás de los preocupantes índices de esas enfermedades en el país y, adicionalmente, nuestro arraigado sedentarismo.
“Hay que señalar que la relación entre obesidad y enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión es directa. Tenemos que avanzar hacia una mejor alimentación de las familias, que sea saludable y nutritiva, pero a la vez que sea accesible a todos”, dijo a elCaribe recientemente el representante local de FAO, Rodrigo Castañeda.
Significa que el nuevo gobierno del presidente Luis Abinader debe aplicar una perspectiva distinta a lo que hasta ahora se ha hecho y como parte de la estrategia de salud preventiva post-coronavirus, desarrollar programas nacionales contra hábitos dietéticos inadecuados, desde las tempranas edades.
Puede involucrar los ministerios de Salud y Educación o acogerse al marco jurídico-institucional creado por la ley 589-16 de Seguridad y Soberanía Alimentaria y Nutricional.
Fuente: CLAUDIA FERNANDEZ