Indiscutiblemente la ciudad más cosmopolita de la América del Sur, y como dice el tango, quizás la más querida, la capital de Argentina, Buenos Aires, da la bienvenida al viajero con múltiples encantos: historia, monumentos y cultura –cuenta con casi 300 teatros y 180 museos y es la cuna del baile más romántico del mundo: el tango.
Yo tuve la dicha de vivir en Buenos Aires dos años durante mi adolescencia, y quedé encantada, regresando varias veces como turista cada vez que tengo oportunidad. El poeta argentino, Ezequiel Martínez Estrada, ha llamado a Buenos Aires “la cabeza de Goliat” para recalcar que es la parte más importante del “gigante” que es Argentina. Ubicada en la orilla oeste del Río de la Plata (la región que es la cuna del tango), está a 150 millas del Océano Atlántico.
Los viajeros que lleguen a Buenos Aires por primera vez, pueden comenzar su visita con un paseo por la Avenida 9 de Julio, así llamada en honor al día de la independencia de la Argentina, el 9 de julio de 1816. A esta avenida, de un poco más de una milla de extensión, se le califica como “el bulevar más ancho del mundo” pues cuenta con 16 carriles en algunos puntos. Está adornada con un impresionante obelisco en la intersección con la Avenida Corrientes. El obelisco, erigido en 1936, celebró el 400 aniversario de la llegada del conquistador Pedro de Mendoza. Entre otras atracciones en esta avenida se encuentra el soberbio Teatro Colón –así nombrado en honor de Cristóbal Colón – y seleccionado como uno de los 10 mejores y más elegantes teatros de ópera del mundo por National Geographic. Hechiza a todo el que se deleita con un concierto u ópera allí (incluyéndome a mí) por su opulento decorado y soberbia acústica. Es por lo tanto, un gran orgullo para los “porteños,” nombre que se dan a sí mismos los residentes de Buenos Aires.
A cuatro cuadras del obelisco se encuentra la Plaza de Mayo, el corazón de la ciudad, con la Casa Rosada, desde cuyos balcones el Presidente Juan Perón y la Primera Dama de la Argentina, Eva Perón con frecuencia hablaban a multitudes de sus seguidores en la década de 1950.
En la Plaza de Mayo, frecuente sede de protestas y manifestaciones a lo largo de la historia de la ciudad, los visitantes también encuentran la Pirámide de Mayo, el monumento a la revolución del 25 de mayo de 1810 que logró la independencia del país; el Cabildo, que data de la era española y que fue reconstruido en el 1940, y la Catedral Metropolitana, la iglesia principal de la Arquidiócesis de Buenos Aires, muy bella, y a veces llamada “la iglesia del Papa,” pues Jorge Mario Bergoglio, (ahora el Papa Francisco), sirvió como arzobispo de Buenos Aires aquí por varios años a partir del 1998. Entre el arte y monumentos de la catedral se encuentra el mausoleo del libertador General José de San Martín, siempre con dos centinelas.
Otros atractivos
A solamente unas cuadras de la Plaza de Mayo, en la Avenida de Mayo, se encuentra el Café Tortoni, uno de los cafés más tradicionales y populares de Buenos Aires establecido en el 1858, donde nadie se pierde el chocolate con churros, café vienés, croissants y una variedad de dulces y emparedados – ¡deliciosos! Muchos porteños gustan de pasarse un buen rato en este y otros cafés de la ciudad hablando de política, fútbol y otros temas y disfrutando de un café o un té.
Otros imperdibles de Buenos Aires incluyen el imponente edificio del Congreso que data de principios del Siglo XX, los Jardines Botánicos, museos incluyendo instituciones de bellas artes, del tango, de artes decorativas, y de Eva Perón (Evita). Otra visita obligada es a la tumba de Eva Duarte Perón en el Cementerio de la Recoleta en el elegante barrio de la Recoleta. La primera vez que yo visité este cementerio y le pregunté al guarda cómo llegar a la tumba de Evita, se le iluminó el rostro con una sonrisa y me llevó personalmente al mausoleo de la familia Duarte –el apellido de soltera de Eva Perón. Aprecié su ayuda.
GEORGINA CRUZ