Cuando el diagnóstico le revela a un paciente y a sus seres queridos la detección de una enfermedad grave e incurable, muchos aseguran que sienten que “el mundo se les cae encima”. Esto, porque más allá de las complicaciones del padecimiento, esta “golpea” fuertemente la salud emocional.
Para la psiquiatra Nathalia Montero Cruz, del Centro Vida y Familia, las enfermedades catastróficas tienen un impacto tanto psicológico, como social y económico, en quien la padece, en sus seres queridos y hasta en el sistema de salud.
“Una persona puede cambiar, en muchos aspectos, a partir del momento del diagnóstico, lo que contribuye a la disfuncionalidad y deterioro de la calidad de vida, que de no manejarse de forma adecuada, este hecho adaptativo puede evolucionar a episodios depresivos, ansiosos, trastornos del sueño, e incluso, a estrés post-traumatico, por el asombro de la noticia y las consecuencias de la misma, que agravan, aún más, la situación”.
Esto puede suceder, según Montero Cruz, debido a que algunos pacientes entran en negación luego del diagnóstico de ciertas enfermedades, y esto hace que desarrollen algún trastorno mental y empeoren el curso y pronóstico del mal.Es por ello, que es necesario el acompañamiento de un especialista en salud mental.
Asegura que la vulnerabilidad dependerá de la capacidad que tiene cada persona de afrontar lo que está atravesando. “Las enfermedades catastróficas más impactantes son el cáncer, el VIH, insuficiencia renal o cardiaca, enfermedades del sistema nervioso central, todas aquellas que involucren una incapacidad o limitaciones severas en el afectado y aquellas que generan mayores atenciones y costos de parte de la familia”, dice la psiquiatra. “Estas enfermedades no sólo afectan al paciente, también a los familiares que necesitan lidiar con sus propias emociones, y más aún, estar ahí para su familiar”, puntualiza.
Comunicación del diagnóstico
La mejor manera de comunicar el diagnóstico de este tipo de enfermedades es de forma escalonada, señala Montero. “No es adecuado comunicar un dictamen de forma brusca. Además, se requiere que sea el médico de cabecera quien dé la noticia en acompañamiento de un psicólogo”, manifiesta.
¿Cómo ayudar?
Durante el proceso de la enfermedad, Montero aconseja evitar dar falsas esperanzas al paciente. Sugiere que es mejor decirle: “siempre estaré cuando me necesites”, “cuenta conmigo”, ¿en qué te puedo ayudar en este momento?, ¿qué necesitas?, entre otras. “Hablarle de que va a mejorar sin ser cierto, es infundir una esperanza que con el paso de los días y la agonía, deteriorará al paciente aún más”.
Fuente: Jessica Bonifacio