Thanksgiving o el día de Acción de Gracias, que se celebra hoy, es la fiesta familiar estadounidense por antonomasia; una celebración que, más allá de la opípara cena presidida por un gran pavo horneado con el que todo el mundo la identifica, ha ido evolucionando a lo largo de los siglos mezclando tradición, política, mito y deporte.
La tradición de esta fiesta, celebrada el último jueves de noviembre para agradecer a Dios la cosecha, nació en las casas de los colonos llegados a la región de Nueva Inglaterra, que abarca varios estados del noreste de Estados Unidos.
Pero con los años, el mito fue vinculándose con el considerado como primer grupo de colonos británicos llegados a Norte América, los conocidos como «Peregrinos», que tomó tierra en el actual Massachusetts en 1620, tras atravesar el océano a bordo del legendario «Mayflower».
Sin embargo, la expansión de este mito que unía la celebración con los primeros colonos a otras zonas del país no comenzó hasta la década de los años cuarenta del siglo XIX, y la tradición no terminó de cuajar hasta finales de esa centuria y principios del XX, como cuenta a Efe el profesor de la Universidad de Wheaton (Illinois) Tracy MacKenzie, autor del libro «The First Thanksgiving» (La primera acción de gracias).
EL ORIGEN DEL MITO DEL THANKSGIVING
Un año después del desembarco, los Peregrinos celebraron en julio de 1621 la culminación de su primera cosecha con una fiesta comunitaria al aire libre, en la que participaron casi un centenar de indios americanos y sobre la que existe una única referencia escrita, redactada por uno de los colonos, Edward Winslow.
Pero esa celebración, considerada tradicionalmente como el primer «Thanksgiving», no fue ni un evento familiar, ni un día de Acción de Gracias, ni se comió pavo ni, evidentemente, estuvo acompañada de un gran partido de la liga de fútbol americano.
De hecho, según cuenta MacKenzie, durante doscientos años ese suceso permaneció prácticamente en el olvido hasta que en 1841 se editaron las crónicas de los peregrinos del «Mayflower», en las que se rescataba la referencia a aquel encuentro entre colonizadores y nativos.
«Pero en la década de 1840, Thanksgiving no se celebraba en el sur ni en muchas partes del oeste del país», dice el profesor de la Universidad de Wheaton, que subraya que dos décadas antes de la guerra civil (1861-1865), en un país cada vez más dividido, los estadounidenses del sur «no tenían mucho entusiasmo por celebrar una tradición que asociaban con el norte».
EL FIN DE LA GUERRA CONTRA LOS INDIOS Y EL MIEDO A LOS NUEVOS MIGRANTES
Para MacKenzy «el momento en que realmente los estadounidenses comienzan a asociar a los peregrinos con el Día de Acción de Gracias es entre 1900 y la primera mitad del siglo XX».
Según el experto, dos de las principales razones fueron que para entonces la guerra contra los nativos estaba prácticamente terminada y ya se podía recuperar la presencia de los indios en el mito y recordarlos de una manera «sentimental».
Por otra parte, la llegada a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX de grandes oleadas de migrantes europeos también contribuyó al desarrollo y expansión de la tradición.
«Para los estadounidenses nativos había una ansiedad y preocupación considerables sobre si esta nueva ola de migración estaba teniendo un efecto adverso en los Estados Unidos», por lo que empezó a desarrollarse una amplia literatura en torno a los peregrinos del «Mayflower» que los describía como «inmigrantes modelo, como gente profundamente religiosa que trabajaba muy duro y que enfatizaba la familia».
Una visión que acabaría universalizándose e imprimiéndose en los libros de texto de las escuelas, donde los peregrinos se describen como «los primeros migrantes en Estados Unidos y una especie de ejemplo, de modelo al que se suponía que los nuevos migrantes debían aspirar».
La forja de la leyenda y su progresiva transformación en un símbolo de unidad nacional fue también acompañada por una paulatina pérdida de su sentido religioso original, lo que permitió que fuera «accesible para todo el mundo».
EL PAVO Y EL ACERVO POPULAR
Desde la escritora y editora Sarah Josepha Hale, que presionó al presidente Abraham Lincoln para que declarara Thanksgiving como día nacional en 1863, y hasta libros como «Christmas Carol», escrito por Charles Dickens en 1843, contribuyeron a forjar tanto la tradición y las creencias en torno al día de Acción de Gracias, como a estandarizar el copioso menú de las celebraciones en las que no pueden faltar platos como el relleno de pan, la salsa de arándanos, la tarta de calabaza y, sobre todo, el pavo.
Pero MacKenzie destaca a la escritora norteamericana Jane Goodwin Austin, cuya novela «La república de los Peregrinos» (1888) se convirtió en un éxito de ventas en su época y contribuyó a extender el mito de los primeros colonos y la celebración del primer día de Acción de Gracias.
«Yo diría que, más que nadie, la ficción que escribió esta mujer 270 años después, es lo que realmente creó la mayoría de los estereotipos populares de la celebración de 1621», concluye el profesor.
EFE