Para quienes tienen hijos, tal vez el mayor reto que les ha tocado enfrentar durante este tiempo de confinamiento es, además de tener que ocuparse a tiempo completo de ellos, convertirse en sus maestros en casa.
Aunque si lo piensas bien, los padres tienen una capacidad innata para enseñar, ya que son quienes instruyen a sus pequeños a decir sus primeras palabras y dar sus primeros pasos, esto no es lo mismo que referirnos a asignaciones teóricas o con cierto grado de dificultad para el niño, que requieran un poquito más de esfuerzo para aprender.
Sabemos que esta nueva etapa no es fácil para nadie, pero debes tener presente que mantener tu mente positiva y abierta es lo único que te garantizará poder ir aprendiendo sobre la marcha hasta llegar al punto de convertirte en un buen profesor, o por lo menos en el maestro que tu hijo necesita que seas.
Para hacer de este proceso más llevadero, aquí algunas claves por parte de la psicopedagoga Arlette Joubert y la psicóloga clínica y familiar Xiomara Encarnación, ambas del Centro de orientación Psicológica y Educativa, COPE.
Paciencia. Cuando tratamos con infantes no puede haber una mejor recomendación que tenerles paciencia. Toma en cuenta que cada pequeño aprende de manera distinta y a su propio ritmo, por lo que el hecho de que un niño haya aprendido a hacer determinada actividad a cierta edad, no quiere decir que deba ser así para todos. También recuerda que hay quienes se le dan mejor las matemáticas, mientras que otros son más ágiles en historia. Esto quiere decir que tu hijo no será igual de bueno en todas las asignaturas, lo cual es totalmente normal y válido.
Motívalo a seguir estudiando. A veces damos por sentado el poder que pueden tener las palabras de aliento sobre los niños, lo que es un error fatal. Decirles frases como “Tú puedes hacerlo” o “Eres un niño muy inteligente”, siempre funcionaran mejor que los reproches porque no es capaz de aprender una determinada lección. Instruir desde el amor es la única opción que puede garantizar el éxito.
Realicen actividades para despejar la mente. Los niños tienden a cansarse mucho más rápido que los adultos de estar mucho tiempo realizando una misma actividad. Si notas que tu pequeño empieza a sentirse frustrado con sus tareas o se distrae por cualquier cosa, es bueno que hagan pausas pertinentes que duren entre 5 y 10 minutos para realizar cualquier mini actividad que le permita despejar la mente.
Haz las clases interactivas. Usa juguetes o recursos que tengas en casa para crear dinámicas que vayan acorde a los conocimientos que le están impartiendo a tu hijo en ese momento. Por ejemplo, puedes utilizar los bloques con lo que juega para enseñarle a sumar o crear una canción con rimas a partir de alguna lección que le haya costado trabajo asimilar. Siempre que optes por instruir jugando, debes incluir la parte teórica para que el niño vaya interiorizando.
No le exijas más de lo que puede dar. Es normal que quieras aprovechar este tiempo libre para enseñarle a tu hijo cosas nuevas, lo cual no está mal. El error viene cuando empiezas a exigirle que aprenda más de lo que debe o puede para su edad. Cuando, como padre, cruzas los límites de la exigencia, tu pequeño siente que siempre esperas lo mejor de él, pero que nunca llega a satisfacerte con sus esfuerzos, lo cual puede dar como resultado múltiples consecuencias negativas como baja autoestima y excesiva competitividad.
Fuente: LAURA ORTIZ G.