A toda la humanidad el Covid-19 le ha transformado la vida. De eso se ha hablado mucho. Así que hoy, no es que se vaya a redundar respecto al tema, pero sí es necesario decir que hoy que la pandemia entra en el séptimo mes haciendo estragos en la cotidianidad, la gente aumenta su deseo de volver a vivir momentos que quedaron atrás y anhela que todo vuelva a la “normalidad”.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿Qué extrañas de la vida de antes del Covid? A esta interrogante le llueven las respuestas. Niños, adolescentes, jóvenes, adultos y envejecientes emiten su opinión al respecto. Cada uno lo hace desde su edad, realidad y conveniencia.
Para Diego Estévez, de 12 años, la presencia del Covid-19 ha sido lo peor que ha vivido a su corta edad. Sabe responder a la pregunta y lo hace con evidente nostalgia: “Me hace falta ir a mi colegio, compartir con mis amigos, pero lo que más extraño es mi práctica de pelota en el play. Ah, y juntarme con mi familia”. Su respuesta aparenta ser simple, pero en conclusión, conduce a una reflexión: A Diego como al resto de los niños del mundo, la pandemia les está construyendo una historia desgarradora.
Miguel Ángel Tremols es tres años mayor que Diego. La diferencia de edad cambia un poco las cosas. A este adolescente le causa tristeza no saber cuándo volverá a juntarse con sus amigos. “Aunque me gusta la tecnología, aprecio mucho poder estar en presencia con la gente que quiero, es decir, con mis amigos, con mi familia. Yo extraño mucho esos tiempos y espero que pronto vuelvan”. Dice confiado y aunque con rostro triste, el jovencito.
A los jóvenes, tal vez por la edad, le angustia más el encierro y el no poder salir a divertirse con sus amigos, familia o pareja. Algunos coinciden en que añoran esos momentos en los que esperaban con ansias que llegara el “querido” viernes, día en que su “cuerpo le anunciaba” que comenzó el fin de semana.
Para Raulo Acosta ha sido algo que todavía no asimila. “No entiendo cómo en un abrir y cerrar de ojos la vida nos cambio tan drásticamente. Yo trabajo en una institución privada, y desde los jueves ya mi cuerpo me estaba ‘picando’ porque por ahí venía el viernes y, con o sin cuartos, esos tragos iban, pero ahora no hay forma. Voy donde mi novia una vez a la semana, no puedo entrar en ningún sitio cuando voy para allá, me quito los zapatos, me echan alcohol y hay que sentarse uno en República Dominicana y otro en Ecuador. Y, la cosa se pone peor, ya vamos en septiembre”.
Camila Adames no niega su preocupación porque ya estando en el noveno mes del año no nota mejoría, y las cosas que extraña se ponen más lejos cada día. “Aunque hemos bajado la guardia, el Covid sigue ahí, y no nos deja hacer nuestra vida como antes. Añoro tanto buscar a mi abuela todos los sábados para ir juntas al salón, y salir en la noche con mi novio y nuestros amigos a ‘bonchear’. Extraño esos domingos en familia con los chistes de mis tíos y las ocurrencias de mi abuelo. De verdad que eso me hace hasta llorar”. Lo cuenta con evidente nostalgia.
Otras opiniones
La señora Rosa Ledesma no esconde que añora con todo su corazón las divertidas jugadas de bingo, casino dominó con sus amigas de antaño. “Somos un grupo de seis mujeres que tenemos como 20 años juntándonos para compartir un jueguito, y a veces en compañía de nuestro marido compartiendo una copita y poniéndonos al día con los chismes (jajajaja). Sin embargo, después de ese coronavirus, solo hablamos por teléfono y ‘nos juntamos’ por zoom, hasta los cumpleaños y los pésames los damos por ahí. Esto terrible”. Cambió la risa por lágrimas y dejó claro que no se cansa de orar y dar gracias a Dios porque al menos está viva.
La situación de don Arturo García es algo distinta. Tiene 87 años y por la vulnerabilidad que tiene frente al Covid-19, cada día se siente más solo. Añora compartir con sus nietos y bisnietos y con toda su familia, o tal vez jugar una partida de dominó con sus hijos y con su único hermano que le queda vivo, y a quien solo le lleva dos años. “Ese virus del ‘carajo’ tiene a uno enjaulado y pasando ‘crujía’. Yo me siento solo, nada más puedo estar con mi hija que vino a cuidarme y con sus dos hijos. Hubo que despachar a la señora que me ayuda en la casa, y es fuerte porque se me mete un aburrimiento. Pero sigo confiado en que Abinader pondrá mano dura para que baje esta intensidad”. Lo contó esperanzado en que pronto todo volverá a la normalidad.
Fuente: MARTA QUELIZ